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Siete maneras sencillas de conectar con Dios

Tiendo a tener una mentalidad de todo o nada cuando se trata de mis objetivos. Si algo no puede quedar exactamente como yo creo que debería, lo abandonó por completo.

¿No puedo encontrar una hora completa para practicar técnicas de dibujo? Entonces dejaré mi cuaderno de bocetos acumulando polvo para otro día.

¿No puedo hacer un entrenamiento de 45 minutos que incluya cardio, piernas y abdominales? Entonces no haré ejercicio y punto.

¿Me he quedado sin tiempo para preparar un almuerzo nutritivo y en su lugar me he comido un McDonald's rápido? Entonces podría tomar ese batido Wawa de 24 onzas y volver a intentarlo mañana. (Que conste que ni McDonald's ni los batidos tienen nada de malo. Lo que está mal es la mentalidad errónea que hay detrás de abandonar mis objetivos por completo después de cometer un error).

De manera similar, a menudo me aferro a una lista rígida de deberes cuando se trata de pasar tiempo con el Señor. Por ejemplo:

Mi tiempo de silencio debe ser a primera hora de la mañana, y debe durar al menos 20 minutos (pero preferiblemente cerca de treinta o más). Siempre debo hacerlo en un lugar donde pueda estar sola y concentrarme.

Debo escuchar música de adoración sólo cuando realmente pueda estar presente y concentrarme en la letra. Si solo lo pongo como ruido de fondo o si mi mente se distrae durante el coro, no cuenta como adoración.

Cuando hago un estudio personal de la Biblia, debería incluir la lectura de las Escrituras, tomar notas, anotar mis oraciones y estudiar un comentario. De lo contrario, no sacaré mucho provecho.

Si un amigo me pide que ore por él, debo esperar a tener un mínimo de cinco minutos para llevar sus peticiones ante Dios.

Suena ridículo cuando lo escribo así, pero subconscientemente es lo que creo. Sí, Jesús murió en la cruz para pagar por mis pecados, así que puedo presentarme con confianza ante el trono de gracia del Padre siempre que quiera (Hebreos 4:16), pero no puedo estar realmente confiada a menos que esté vestida adecuadamente y tenga algo que ofrecerle.

¿Verdad?

(Incorrecto.)

Sí, es bueno tener metas sobre cómo queremos que sea nuestro tiempo de silencio con Dios. Para que conste, estoy a favor de eliminar por completo el término tiempo de silencio. Me parece una norma injusta para los padres de niños pequeños, los que tienen la tarea de cuidar a seres queridos con necesidades especiales, o cualquier otra persona que simplemente vive en una época caótica de la vida. Dios es lo suficientemente grande como para encontrarnos en medio del ruido cuando aprendemos a escuchar.

Pero la realidad es que la mayoría de nosotros no podremos mantener estándares estrictos para nuestras disciplinas espirituales en cada etapa de la vida. Sucederán cosas como pérdidas inesperadas, enfermedades físicas o mentales, conflictos relacionales y otras circunstancias resultantes de vivir en un mundo caído. Hay momentos en que nuestros mundos se verán sacudidos y nuestra estructura se hará pedazos.

Dios lo sabe. Él no pide a sus hijos que se las arreglen solos y simplemente lo hagan, en las famosas palabras de Shia Labeouf. Su Espíritu está siempre con nosotros, lo que significa que nos encuentra donde estemos.

Así que si eres como yo y luchas con esa mentalidad de todo o nada, especialmente si el nada ha estado ganando y te sientes lejos de Dios, aquí hay siete pequeños pasos que tú y yo podemos tomar para estar en comunión con el Señor.

  1. Escoge una hora del día (si necesita cambiar, está bien), y pon un cronómetro de 3-5 minutos de oración. Si tienes problemas para encontrar tus propias palabras, lee un pasaje de las Escrituras. Los Salmos son siempre un buen punto de partida. Uno de mis lugares favoritos para orar en voz alta es en el automóvil, especialmente durante los trayectos cortos.

  2. Si todavía tienes problemas para adquirir el hábito de la oración, prueba a utilizar recursos como la aplicación Lectio 365 o el podcast Pray Every Day.  Orar junto con otra persona o escuchar a alguien orar por ti es una experiencia poderosa. Si quieres hacerlo más personal, comunícate con un amigo y pregúntale si estaría dispuesto a decir una breve oración por ti.

  3. Las oraciones mentales e incluso verbales pueden resultar abrumadoras, sobre todo si tienes pensamientos acelerados. Si es tu caso, intenta escribir tus oraciones en un diario. Ni siquiera tienen que ser oraciones completas. A veces escribo una lista con todo lo que se me ocurre sobre lo que quiero orar, luego me siento con mi diario abierto ante el Señor y digo algo tan simple como "Dios, te entrego cada una de estas peticiones. Que se haga tu voluntad". Además de tus peticiones, trata de escribir al menos una expresión de gratitud y otra de alabanza. Recuérdate a ti mismo Su bondad.

  4. Si levantarte temprano es difícil para ti, programa tu estudio personal de la Biblia a una hora que le vaya mejor a tu cuerpo. Tómate un minuto entre siesta y siesta o mientras te cepillas los dientes para escuchar un pasaje de la Palabra en audio, incluso uno tan corto como el Padre Nuestro.

  5. Escoge un versículo o pasaje de la Biblia que te gustaría memorizar (el Salmo 23 es uno de mis favoritos), escríbelo y colócalo en algún lugar que puedas ver todos los días. Comprométete a leerlo o a orar al menos una vez al día durante un mes.

  6. Elige tu canción favorita y escúchala al menos dos veces con los ojos cerrados. Personalmente, yo soy una gran fanática de The Worship Initiative y Shane & Shane, especialmente de sus versiones de himnos y canciones basadas en los Salmos. Pídele a Dios que te ayude a concentrarte en la letra de las canciones y que Su Espíritu inserte en tu corazón las verdades que necesitas escuchar.

  7. Alternativamente, elige un álbum de alabanza o una lista de reproducción y ponla a sonar la próxima vez que tengas que hacer tareas domésticas (o combínala con un pasatiempo como pintar o trabajar en el jardín). Incluso puedes ponerte un AirPod y escuchar durante tu compra semanal o mientras estás sentada en la cancha durante el entrenamiento de fútbol de tu hijo.

Hermana, si te sientes cargada de culpa porque tus disciplinas espirituales se han quedado por el camino, sea cual sea la razón, deja esa carga en la cruz. Mira hacia arriba y ve los gentiles ojos de Jesús, el Hijo de Dios que te ama más de lo que puedes imaginar. Pídele ayuda y confía en que la sangre que derramó por ti fue suficiente. Más que suficiente.

Nuestro Padre no quiere nuestras reglas ni nuestras listas de control. No espera que nos presentemos solo con nuestras mejores galas de domingo. No lleva la cuenta del tiempo que pasamos leyendo la Biblia, ni tuerce la boca decepcionado cuando no damos en el blanco.

Él envió a su Hijo único a morir por nosotros porque Él sabía que caeríamos. Nos amó cuando éramos niños cubiertos de barro, embadurnados de pecado y empapados de vergüenza.

No nos pide la perfección. Ni siquiera la quiere.

Lo que Él quiere, más que cualquier otra cosa que podamos ofrecerle, es nuestro corazón.


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Kati Lynn Davis creció en el condado de Chester. Tras una breve estancia al otro lado de Pensilvania para obtener un título de escritora en la Universidad de Pittsburgh, regresó al área y consiguió un trabajo en una biblioteca local. Cuando no está escribiendo, a Kati le gusta leer, dibujar, ver películas (¡especialmente de animación!), beber té de burbujas, pasear con sus gatos y salir a correr muy despacio. Kati está bastante segura de que es un Eneagrama 4, pero constantemente tiene una crisis de identidad al respecto, así que afortunadamente está aprendiendo a arraigar su sentido del ser en Jesús.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Liliana Daza es la hermana mayor de 4 hijas de una familia colombiana muy conservadora. Oriundos de un pequeño pueblo ubicado en el Oriente de Colombia en frontera con Venezuela donde creció y pasó su niñez. Luego se mudó a la capital para terminar sus estudios superiores en el área de tecnología. En el año 2011 se trasladó a los Estados Unidos junto con su familia debido a una oportunidad laboral. Desde temprano, Liliana ha sentido un llamado para servir y apoyar a la comunidad, por lo que aprovecha cada oportunidad que Dios pone en su camino para este propósito. Liliana disfruta de un buen café negro, viajar, comer buena comida, especialmente cuando viaja. Liliana hace parte de la Iglesia Willowdale en español casi desde sus inicios.