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Él Te Encontrará Allí

“Él te encontrará allí.”

Mi consejera me dijo estas palabras.

En ese momento, me faltaban tres meses para cumplir veintisiete años y llevaba unas tres semanas recuperándome de dos décadas de vergüenza. Esa vergüenza provenía de un pecado contra el que había luchado en secreto desde la infancia y que apenas había empezado a procesar como adulta.

Mi terapeuta y yo habíamos pasado las últimas sesiones desenredando todas las capas que implicaba guardar un secreto como ese durante tanto tiempo, todas las mentiras que inconscientemente creía sobre mí debido a ese pecado en particular. En los últimos minutos de nuestro tiempo juntas, al final de otra hora larga y emocionalmente agotadora, de repente le confesé algo.

“No sé si estoy lista para abandonar este pecado todavía”.

Esperaba que me diera la respuesta buena y Cristiana que esperaba. Algo así como que debía esforzarme más u orar más. Pedirle a Dios fuerza para resistir la tentación cuando viniera. Evitar la tentación por completo. Pensé que incluiría uno o dos versículos bíblicos por si acaso.

En cambio, dijo aquellas palabras en las que todavía pienso hoy.

“Puedes decirle a Él. Él te encontrará allí”.

Me sacudió la idea de poder acudir a Dios en medio de mi pecado y decirle que no estaba lista para dejarlo ir. Crecí escuchando la frase “ven tal como eres”, pero en el fondo la escuchaba como “ven tal como eres si realmente te arrepientes y prometes no volver a hacerlo nunca más”.

Si no pudiera prometer eso, entonces no podría ir a Él. 

Pero si un padre realmente ama a sus hijos, lo último que quiere es que se escondan de él cuando han hecho algo malo. Quiere que acudan a él, que sean honestos acerca de lo que han hecho y que confíen en que su amor por ellos no va a cambiar, incluso si aún no están listos para cambiar. 

Si creemos que Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores (Romanos 5:8), podemos creer que Él estará con nosotros en nuestra terquedad. Él no sacudirá la cabeza con disgusto ni murmurará entre dientes sobre lo mucho que debemos esforzarnos más.

Él nos sonríe con lágrimas en los ojos, porque pasó treinta y tres años en esta tierra y sabe lo desgarradoramente difícil que es ser humano.

Así que acude a Él en tu pecado. Acude a Él en tu quebrantamiento. Acude a Él en tu humanidad.

Él te encontrará allí, pero no te dejará allí. Él te ama demasiado como para permitir que te conformes con menos que lo mejor que Él te ofrece.

 Quizás te pida que des un paso incómodo, como abrirte a un amigo de confianza o buscar el apoyo de un grupo como Celebrate Recovery. Quizás te permita tocar fondo y experimentar las consecuencias de tus decisiones. Quizás use algo completamente inesperado - como hizo conmigo -  para que finalmente te enfrentes a ti misma y veas el desastre en el que has estado viviendo.


Pero Él quiere que vengas, porque no importa dónde estés, Él te encontrará allí.

 Y si todavía estás escondida como yo estuve por mucho tiempo, solo debes saber que tienes un Pastor amoroso que sabe dónde buscar a Sus ovejas perdidas.

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:15-16 (NVI)

Una oración para aquellos que se esconden de su padre:

Abba,

Tú conoces el pecado con el que estoy luchando y sabes que no estoy lista para renunciar a él. Quiero obedecerte - o quiero querer obedecerte - pero ahora mismo parece imposible. He estado evitando leer tu Palabra u orarte, porque tengo miedo de escuchar tu voz y tener que cambiar.

Pero mi alma te anhela, aunque no lo sienta. Necesito que quites mi corazón de piedra y lo reemplaces por un corazón de carne. No puedo hacerlo por mi cuenta. Mi carne es débil y mi espíritu ni siquiera está dispuesto, pero sé que Tú eres fuerte y que eres Tú quien obra en mí tanto el querer como el hacer de maneras que te traen alegría.

Por eso te pido, Padre, que te acerques a mí en mi quebrantamiento. Confieso que me he extraviado como el hijo pródigo, que todavía estoy atrapado en la pocilga cuando hay un banquete esperándome en casa. Quiero volver a Ti, pero todavía no tengo la fuerza para salir del barro.

Por favor, no me dejes en mi pecado y vergüenza. Dame el poder de escoger la mejor porción aun cuando el fruto prohibido parezca más atractivo. Libérame de estas cadenas que he elegido para mí misma. Ayúdame a creer que Tú eres siempre mejor y que Tus caminos son siempre los mejores.

Te amo, Abba. Gracias por amarme primero.

En el nombre de Jesús,

Amén.


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Kati Lynn Davis creció en el condado de Chester. Tras una breve estancia al otro lado de Pensilvania para obtener un título de escritora en la Universidad de Pittsburgh, regresó al área y consiguió un trabajo en una biblioteca local. Cuando no está escribiendo, a Kati le gusta leer, dibujar, ver películas (¡especialmente de animación!), beber té de burbujas, pasear con sus gatos y salir a correr muy despacio. Kati está bastante segura de que es un Eneagrama 4, pero constantemente tiene una crisis de identidad al respecto, así que afortunadamente está aprendiendo a arraigar su sentido del ser en Jesús.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Ana León nació en México y emigró a los Estados Unidos a los 9 años. Vivía en Kennett Square, Pennsylvania, pero su familia se mudó a Wilmington, Delaware, donde Ana conoció a su novio de la secundaria con quien ha estado casada por más de 13 años. Son padres de dos niños, uno de 14 años y otro de 11 años. Ana ha traducido e interpretado profesionalmente por más de 13 años. Comenzó a asistir a Willowdale En Español en el 2018 y sirvió como una de las intérpretes del servicio durante un año. Actualmente es parte del personal de Willowdale como la Coordinadora de los Programas del Ministerio de Niños. En su tiempo libre le gusta ir a la playa, pintar, leer, y escribir.