El otro día tuve uno de esos momentos en los que reflexioné un poco sobre la idea de que Jesús, Hijo de Dios, viniera a la Tierra como un ser humano. Había estado leyendo sobre el sistema solar con mi hijo de cinco años, y la temporada navideña se acercaba rápidamente. La NASA iba a lanzar un cohete y un eclipse lunar estaba occuriendo, así que había puesto una alarma para asegurarme de levantarme a tiempo para ver la luna naranja-roja. Todas esas cosas se arremolinaban en mi cabeza: nuestra pequeñez, la inmensidad del universo y lo que afirmamos que es verdad sobre la Navidad.
Medite; seguí la línea de pensamiento durante un tiempo.
Mi conclusión: es absolutamente ridículo decir que el Creador de todo vino a la Tierra como un ser que Él creó, en plena forma humana. Ser tan pequeño, tan discutiblemente insignificante. Cuanto más pensaba en ello, más ridículo me parecía. Por supuesto, algunos no creyentes piensan que es un poco loco que celebremos el nacimiento de un bebé y que afirmemos que es Dios en persona. Entiendo que parezca una tontería.
Hablando de insensatez, últimamente me he topado con repetidos patrones de pecado en mi propia vida que no puedo eliminar. Los he confrontado, los he confesado a Dios y a otros creyentes, he pedido la ayuda de Dios, pero siguen apareciendo una y otra vez.
¿Por qué?
¿Por qué hago las cosas que no quiero hacer?
Esa frase proviene de una canción de We The Kingdom llamada SOS, que remite a Romanos 7 y a la lucha de Pablo entre la carne y el espíritu, entre el pecado y la gracia:
21 Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. 24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor! En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.
Y es entonces cuando recuerdo que, por muy real que sea este mundo, con toda su belleza, su cultura y su gente, hay una realidad espiritual que no podemos ver, pero que tampoco podemos negar. Es esa verdad la que me trae de vuelta de la insensatez - sí, es locura que Dios viniera a la Tierra como un humano, y es exasperante a veces que no pueda matar ciertos pecados para siempre. Pero mirándolo todo a través del punto de vista de las Escrituras, a Dios le encanta hacer cosas que parecen tontas para el mundo.
1 Corintios 1: 20-25
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época? ¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría de este mundo? 21 Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen. 22 Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría, 23 mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, 24 pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. 25 Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana.
Por eso, mientras esté aquí en la Tierra, sé que seguiré dando muerte a los pecados que hacen la guerra a mi alma, sabiendo que, en última instancia, Dios ya se ha ocupado de ellos al bajar a tratar con ellos él mismo. ¿Lo entiendo todo? No, pero no importa.
Mientras reconozco los pecados repetitivos que necesito matar, también tengo el poder de Dios para revestirme de un corazón compasivo, de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia, cosas muy ajenas a mis inclinaciones típicas.
Así que en este tiempo de Adviento, no tengas miedo de inclinarte hacia la locura -la idea descabellada de que Jesús realmente era el Hijo de Dios y realmente vino a la Tierra como un bebé y realmente dio muerte de una vez por todas a los pecados que tan fácilmente nos enredan. Porque esa locura es más sabia que la sabiduría del mundo. Y ese bebé nos trajo poder para superar las guerras que se libran en nuestro interior. Puede que luchemos contra ellas todos los días hasta que muramos, o puede que veamos la victoria sobre ellas rápidamente, pero en cualquier caso, sabemos que no tenemos que darle sentido a todo. Podemos inclinarnos hacia la locura.
ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA
Originaria de Georgia, Mary Beth Gombita es una amante del té dulce, una orgullosa Bulldog de Georgia y una ávida fanática de la música. Trabaja en el sector de las relaciones públicas y dirige su propio negocio de consultoría de comunicación desde casa. Mary Beth y su marido, Stephen, tienen dos hijos pequeños. Actualmente es la editora de nuestro blog Willowdale Women.
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Maritza Zavala Smith nació en Guanajuato, México, y se trasladó a los Estados Unidos cuando tenía siete años. Estudió Salud Pública en Penn State, donde conoció a su esposo. Llevan 8 años casados y tienen dos niños gemelos y una bebe. A Maritza le encanta viajar y bailar salsa. Cuando no está deleitándose con el té verde matcha con leche y estando al aire libre con sus seres queridos, puedes encontrarla aventurándose con su tribu a través de los libros.