Lo que nos dicen nuestras lágrimas

La ganadora de un Oscar por la adaptación cinematográfica de la novela de Jane Austen Sentido y sensibilidad, dos hermanas ven truncadas sus esperanzas románticas. La hermana mayor, Elinor, nunca revela su amor perdido y sufre en secreto. La más joven, Marianne, se siente abrumada por la miseria tras perder a su amor. Como dice en el libro: "Una miseria como la mía no tiene orgullo. No me importa quién sepa que soy desdichada". Si ha visto la película, recordará la interpretación de Kate Winslet como la angustiada Marianne y la caracterización de Emma Thompson de la reprimida Elinor.

Mi hermana y yo nos comparamos a veces con Marianne y Elinor. Mi hermana admite de buen grado que ella, como Marianne, puede "llorar a cántaros". Yo casi nunca lloro, me parezco más a Elinor. Me resisto a llorar de verdad porque el llanto me deja un dolor de cabeza persistente. Pero mis ojos brillan con lágrimas no derramadas cuando leo una historia exquisitamente escrita o cuando veo sufrimiento o injusticia. La mayoría de mis lágrimas brotan en la iglesia. Estas lágrimas están motivadas por mi gratitud por formar parte de una comunidad tan afectuosa y por la especial sensación de la presencia de Dios al adorar juntas.

En la vida, nuestras lágrimas hablan de nuestras heridas y necesidades, así como de alegría y alivio. Se nos saltan las lágrimas al experimentar dolor personal, pena, pérdida y despedidas. A algunos se les saltan las lágrimas al ver un drama como Los elegidos, sobre la vida de Jesús, o una película de gran heroísmo. El encuentro con las maravillas de la naturaleza o con una música hermosa puede provocar lágrimas. A veces las lágrimas son inexplicables.

La ciencia de las lágrimas es bastante interesante, aunque sigue siendo un misterio. Es sorprendente que nuestras lágrimas estén creadas para hacer tres cosas. En primer lugar, lubrican los ojos y los protegen de las bacterias. En segundo lugar, están diseñadas para eliminar los agentes irritantes. Y, en tercer lugar, liberan emociones. Las lágrimas que brotan de la emoción o el dolor contienen hormonas, aparentemente como una liberación necesaria debido al estrés, el dolor o la alegría.

La ciencia también sugiere que liberar lágrimas emocionales disminuye la agresividad. Las lágrimas provocan empatía en los demás y generan confianza. Las lágrimas son una comunicación no verbal de que estamos abrumadas por nuestras emociones, ya sea dolor o alegría. Las lágrimas aparecen cuando falla el lenguaje.

Al mismo tiempo, el sistema nervioso provoca ese inusual nudo en la garganta o la sensación de ahogo. Ambos son una respuesta al estrés o a la falta de control. El nudo se produce porque la glotis se ve obligada a permanecer abierta para que podamos tomar más oxígeno. El llanto incapacita el habla, al tiempo que comunica la profundidad de nuestros sentimientos.

Como persona que rara vez llora, y sólo en privado, me sorprendió un momento de rara emoción en mi primer año de docencia. Estaba contando una historia sobre la lucha de un analfabeto cuando, de repente, mi voz se entrecortó por la empatía. Si hubo lágrimas, intenté ocultarlas. Esa falta de control me incomodaba. Temía que se percibiera como algo extraño. 

La Palabra de Dios nos asegura que las lágrimas no son extrañas. El libro del Eclesiastés nos dice que "hay tiempo para llorar".  David lloró por sus problemas y en remordimiento por sus acciones. Jesús lloró tras la muerte de su amigo Lázaro.

Tanto si somos de los que se deshacen en lágrimas como de los que luchan contra ellas, es prudente reconocer que esas lágrimas son un regalo. La frase "reducido a lágrimas" niega nuestros sentimientos. Las lágrimas no nos disminuyen en absoluto. Si nos sorprendemos a nosotros mismos diciendo: "No me hagas llorar", pensemos que eso puede ser exactamente lo que necesitamos. Celebremos las lágrimas; revelan nuestro corazón. Afortunadamente, nos sentiremos más cómodas con nuestras propias lágrimas y con las de los demás a medida que nos volvamos más tiernas.

Si nuestras lágrimas están causadas por la injusticia, quizá tengamos que actuar. Un verso de Shakespeare dice: "Mis gotas de lágrimas las convertiré en chispas de fuego". Nuestra empatía podría impulsarnos a prestar apoyo u orar por quienes sufren la injusticia. 

Si nuestras lágrimas son de alegría o alivio, demos las gracias y compartamos la bendición.

Si nuestras lágrimas son de lucha y dolor, si tenemos el corazón roto, busquemos primero al Padre. Su compasión por nuestras lágrimas se describe bellamente en los Salmos.

Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. Salmo 30:5  

Que mi alma descanse nuevamente,

Porque El Señor ha sido bueno conmigo.

Me rescató de la muerte;

Quito las lágrimas de mis ojos. Salmo 116:7-8

Este versículo me parece una imagen perfecta de la compasión de Dios.  

Tu llevas la cuenta de todas mis angustias

Y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco;

Has registrado cada una de ellas en tu libro. Salmo 56:8

El Dios que escucha nuestros gritos y ve cada lágrima también ha dado una promesa y una esperanza para el futuro. En el cielo, "enjugará toda lágrima... y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor. Todas estas cosas desaparecerán para siempre.”  Apocalipsis 21:4


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Linnea Tideman siempre ha disfrutado compartiendo historias. Su infancia en New Hampshire y su herencia sueca le han proporcionado una gran cantidad de experiencias, pero también la base de su fe. Le gustan los proyectos creativos, los viajes, los libros, la costura, la jardinería, pero sobre todo la hospitalidad, a menudo organiza elegantes tés y ocasionalmente algo grandioso como recrear la cena en el Titanic. Sirve en los ministerios de UrbanPromise y Good Neighbors. Linnea vive en Landenberg con su esposo Dave. Tienen tres hijas mayores. Ella espera que sus escritos reflejen cómo Dios continúa revelándose a nosotros como nuestro pastor y Salvador.

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Silvia Cubos nació en la ciudad de México, y se crio en la ciudad de Toluca, es la mayor de 5 hermanos. Estudió comunicación y después de graduarse llegó a este país en 1996 donde tuvo la oportunidad de estudiar Ingles y Educación temprana. Silvia ha trabajado como maestra, interprete y trabajadora social. Desde los 17 años Silvia ha sentido el llamado de servir al Señor y orar por las necesidades de otros, ahora lo hace en Willowdale en Español desde 2019. Silvia disfruta cocinar comida mexicana, caminar al aire libre con sus dos hijas y su perro; para terminar el día le gusta disfrutar de un helado de fresa.