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El Espíritu Santo: Nuestro Ayudador y Guía

El domingo 19 de mayo celebramos Pentecostés. Aunque originalmente era una fiesta judía, los cristianos celebramos que Jesús envió el Espíritu Santo prometido a sus seguidores en Pentecostés. Jesús dijo en Juan 16:7: «Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere,   lo enviaré».

Hechos 2:38 dice que el Espíritu Santo nos será dado cuando nos arrepintamos en el nombre de Jesús. Estoy muy agradecida de que Jesús enviara al Espíritu Santo porque cuento con Él para que me dirija y me aconseje. 

A veces, cuando estoy escribiendo una conferencia de Estudio Bíblico o una entrada de blog, o hablando con alguien sobre Dios, sé que mis palabras vienen del Espíritu Santo. A veces, incluso cuando las palabras son «mías», pienso: «¡Vaya, no sabía que pensaba eso!». Él da entendimiento y enseña el camino de la verdad.

A veces el Espíritu me ayuda reorientando mis pensamientos y actitudes. Esto me sucedió recientemente, y yo estaba tan agradecida de ser encaminada por Él. 

¡Realmente estaba pasando por algo! Surgió una situación en mi trabajo como terapeuta que se convirtió en 98 días de espera de una respuesta. Hubo un fallo administrativo con mi compañía pagadora y no recibí el pago durante más de tres meses. Como consecuencia, mis clientes también se quedaron en el limbo. Al principio se lo dije a mis clientes, 

«No te preocupes, lo arreglaremos...»

«en una semana»,

«dentro de 2 semanas»,

pero luego se convirtió en…

«¡Realmente no sé cuánto tiempo tomará!»  

Al principio oré esperando y pensé que la situación se resolvería rápidamente. A medida que pasaba el tiempo, me sentía cada vez más frustrada y desanimada. Empezó a afectar  mi actitud: hacia el trabajo, hacia la casa, hacia todo. Me sentía completamente desanimada. Me enfadaba y lloraba por pequeñas molestias. Se convirtió en una red de negatividad que se extendía por toda mi vida.

Muchas de nosotras nos apartamos cuando las cosas no van bien, cuando lo que en realidad necesitamos es apoyarnos en Dios. Aprendí esto una mañana mientras pasaba tiempo con Dios y sentí que el Espíritu Santo me revelaba algo. El Espíritu me mostró que yo estaba haciendo EXACTAMENTE lo que Adán y Eva hicieron. 

Su pecado no fue comer una manzana. Fue por dudar de la bondad de Dios. En vez de ver todas las bendiciones que Dios les había dado, se enfocaron en la única cosa que no podían tener. Se convencieron a sí mismos de que Dios les estaba negando algo. Creyeron que el fruto prohibido en el jardín era bueno y que Dios no les dejaría comerlo porque no estaba dispuesto a darles ese bien...

El Espíritu Santo me mostró que yo estaba haciendo lo mismo. Había caído en la trampa de creer que Dios no me daba lo bueno que yo quería. Inconscientemente había relacionado el que Dios me diera este regalo con Su amor por mí. Había estado sintiendo que Dios no me amaba. Yo sabia que esto no era v ¡Gracias a Dios por el Espíritu Santo! ¡Gracias a Dios por el Espíritu Santo! Verdad pero no lo sentía así. Ni siquiera me di cuenta que esta era mi actitud pero cuando el Espíritu me lo mostró, vi la verdad. Era culpable de pensar «Si Él me amara, haría esto por mí».  Fue toda una revelación para mí. No me había dado cuenta de que me había desviado tanto, pero era culpable de todo. No confiaba en Su bondad. No confiaba en Su tiempo. (Olvidé que Dios siempre tiene en mente mi bien y Su gloria. Afortunadamente, el Espíritu Santo me guió en esto para que pudiera confesar mi pecado y ser restaurada a la dulce comunión con Dios. 

El Espíritu Santo, nuestro guía de confianza, desenmascaró las mentiras que yo había empezado a creer. Juan 14:26 dice: «Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.» Esta es una de las maneras en que el Espíritu Santo obra en la vida del creyente y estoy tan agradecida por su corrección y guía. 

Te animo a que te tomes unos momentos ahora mismo y escuches. Pídele al Espíritu Santo que te muestre dónde te has desviado del camino. Tal vez no has dudado de la bondad de Dios, tal vez no has olvidado Su amor, pero tal vez te has desviado del camino de una manera diferente. Dale unos minutos de silencio para escucharle hablar y luego actúa según lo que te muestre.

¡Gracias a Dios por el Espíritu Santo!


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Bonnie Kotler y su esposo Mitch tienen dos hijas, tres hijos, cuatro nietos y tres perritos. Fue ama de casa durante muchos años antes de regresar a la fuerza laboral después de recibir su Maestría en Consejería y Relaciones Humanas de la Universidad de Villanova. Ella es una consejera profesional licenciada en The Peacemaker Center y en su consultorio privado, True North Counseling. Bonnie ha estado en el equipo de enseñanza del ministerio de mujeres de Willowdale desde 2012. Los estudios Bíblicos han sido una parte importante en su caminar como creyente, y a su vez, le encanta ayudar a otras mujeres a encontrar la paz con Dios y crecer en su fe. Le gusta escribir material para el estudio Bíblico, leer ficción, pasar tiempo con la familia y hacer cualquier cosa bajo el sol. A Bonnie le encanta reír y considera que la risa es la mejor medicina. Salmo 126:2

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Silvia Cubos nació en la ciudad de México, y se crio en la ciudad de Toluca, es la mayor de 5 hermanos. Estudió comunicación y después de graduarse llegó a este país en 1996 donde tuvo la oportunidad de estudiar Ingles y Educación temprana. Silvia ha trabajado como maestra, interprete y trabajadora social. Desde los 17 años Silvia ha sentido el llamado de servir al Señor y orar por las necesidades de otros, ahora lo hace en Willowdale en Español desde 2019. Silvia disfruta cocinar comida mexicana, caminar al aire libre con sus dos hijas y su perro; para terminar el día le gusta disfrutar de un helado de fresa.

Esperando Bien

Esperar no es divertido. Incluso hacer fila puede irritarme y frustrarme más rápido de lo que me gustaría admitir. En este lado del cielo, todos estamos esperando cosas, grandes y pequeñas. Esperar bien es difícil.

En mi estudio bíblico para mujeres en Willowdale Chapel estamos estudiando las mujeres del Nuevo Testamento. La primera mujer que estudiamos fue Elisabet. Elisabet era estéril y, para decirlo mas directo, vieja. Estoy segura de que se había dado por vencida, pero probablemente todavía sentía vergüenza y desilusión. En aquella época, tener hijos era un símbolo de estatus y también era práctico: tenías a alguien que cuidaba de ti cuando envejecías. Pero, a pesar de ser "justos ante Dios, y de andar sin mancha en todos los mandamientos del Señor" (Lucas 1: 6), Elisabet y su marido, Zacarías, no tenían hijos. Finalmente, se produjo un milagro. Concibió y tuvo un hijo: Juan el Bautista. (Puede leer más sobre su historia en Lucas 1:5-25, 39-45, 57-66.)

Una de las preguntas del estudio animaba a reflexionar sobre un momento en el que no recibiste algo que anhelabas profundamente. Se me ocurrieron varios ejemplos, pero me gustaría compartir uno en particular.

Siempre me han apasionado las misiones y los viajes. Mi formación en trabajo social significaba que mi campo de misión era a menudo el mismo que mi trabajo como terapeuta, pero a menudo soñaba con hacer algo más. Hace años, a través de Willowdale Chapel, conocí International Justice Mission (IJM). Se trata de una organización cristiana que realiza una labor increíble en todo el mundo luchando contra la esclavitud moderna. Me encantó su misión e investigué cómo podría ser trabajar con ellos. Averigüé que tenían puestos de voluntariado para muchas especialidades, pero lo que más me interesó fue el puesto de asistencia posterior a la muerte, que, entre otras cosas, requería un máster en trabajo social. Encontrar trabajo de misión en el ámbito del trabajo social es sorprendentemente difícil, y me entusiasmó ver una oportunidad para algo que parecía hecho específicamente para mí.

Antes de presentar mi solicitud, decidí conocer mejor a IJM asistiendo a su Encuentro Mundial de Oración en Washington D.C. A pesar de que me intimidaba ir sola, tuve una experiencia reveladora. Los oradores, el culto, los grupos de oración, todo fue intenso, poderoso, triste y esperanzador. Durante la conferencia me sentí realmente atraída a solicitar el puesto de becaria. Pero a pesar de mi deseo, también sentí que Dios decía "no". Recuerdo haber llorado durante uno de los cultos, tan decepcionada y dolida. Sabía que Dios probablemente estaba tocando los hombros de las personas que no querían ir, y aquí estaba yo, lista y dispuesta y Él me estaba diciendo claramente que este no era el momento adecuado. Hice un poco de berrinche. Y me afligí. Pero al final fui obediente a lo que sentía que Dios me decía.

Avance rápido varios años. Había trabajado y sanado mucho. Había crecido y estaba mucho mejor física, emocional, mental y espiritualmente. Nuevamente busqué becas con IJM y ellos tenían las mismas oportunidades. Me entusiasmé al leer la descripción de lo que estaban buscando, sabiendo que yo tenía exactamente ese conjunto de habilidades y experiencia. Esta vez, mientras oraba al respecto, sentí que Dios me decía que siguiera adelante con el proceso. Fue angustioso y sin duda un paso de fe, pero las puertas empezaron a abrirse y hubo confirmación tras confirmación de que era allí donde Dios quería que estuviera. Terminé sirviendo con IJM durante un año y medio en el sur de Asia en su Departamento de Asistencia, ayudando con muchas cosas, pero específicamente elaborando un manual de formación para una terapia basada en el trauma en la que estoy certificada. Fue una oportunidad increíble y desafiante.

Así que, como Elisabet, este es un ejemplo de cuando esperar el tiempo de Dios dio el resultado deseado. Pero hay muchas cosas que todavía estamos esperando. Definitivamente hay deseos específicos que tengo que aún no se han hecho realidad y eso es difícil. Pero oro para que la historia de Elisabet y la mía te den esperanza y la perseverancia para esperar bien.

He aquí algunos versículos de aliento mientras esperamos:

Salmo 130: 5 – Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.

Lamentaciones 3: 25 – Bueno es el Señor con quienes esperan en él,

    con todos los que lo buscan.

Romanos 8:18 – De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse a nosotros.

Romanos 12:12 – Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.

Filipenses 1:6 – Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Danielle (Dani) Rupp creció en un pequeño pueblo de Ohio y es una verdadera fanática de los Buckeyes, aunque trata de no ser odiosa al respecto. En 2011 llegó a Pensilvania para obtener su Maestría en Trabajo Social. Después de la graduación Dani aceptó un puesto como terapeuta de salud mental para niños y adolescentes en Coatesville. También fue niñera durante varios años. Durante ese tiempo vivió en Kennett Square y asistió Willowdale Chapel. Regresó hace varios años del sur de Asia, donde aprendió a tolerar la comida picante y a cruzar las carreteras sin ser atropellada, además de ser voluntaria en la Misión Internacional de Justicia en su Departamento de Atención Posterior. En su tiempo libre, Dani disfruta de ir a viajes misioneros/viajes, correr, leer, y conectarse con sus seres queridos-preferiblemente con un café y un dulce.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Maritza Zavala Smith nació en Guanajuato, México, y se trasladó a los Estados Unidos cuando tenía siete años. Estudió Salud Pública en Penn State, donde conoció a su esposo. Llevan 8 años casados y tienen dos niños gemelos y una bebe. A Maritza le encanta viajar y bailar salsa. Cuando no está deleitándose con el té verde matcha con leche y estando al aire libre con sus seres queridos, puedes encontrarla aventurándose con su tribu a través de los libros.

Lecciones del arroyo

En los últimos años me he esforzado por explorar la mayor parte de la Reserva White Clay Creek. Los senderos son inmensos y se extienden más allá de lo que nunca había imaginado.  Estoy agradecida por este espacio tan cercano a donde vivimos; no sólo por los increíbles senderos, la belleza y la paz que proporciona, sino por las lecciones que me ha enseñado al explorar las corrientes envolventes del arroyo. Nunca deja de sorprenderme. En cada visita hay algo nuevo y diferente. Por ejemplo, una lección que aprendí de estas fotos.  

Siempre me asombra cómo el arroyo pasa de estar tranquilo y aparentemente quieto a ser ruidoso, de aguas turbulentas, y luego de nuevo... Quiero decir, sé POR QUÉ sucede esto - la profundidad o la dirección cambian, algo bloquea el camino, etc. pero aún así, ¿no es así la vida?  Mientras la recorremos, tenemos momentos de calma, paz, felicidad; luego, de repente, un árbol cae en nuestro camino y nos encontramos con el caos, el ruido y las prisas. El miedo nos envuelve y apenas podemos respirar.

A veces no es la tierra la que dirige el agua. A veces llueve a cántaros. El agua se precipita constantemente, desbordándose por donde no debe, cambiando y posiblemente destruyendo el paisaje que la rodea.  Pero pronto dejará de llover. El viento se calmará. La temperatura se calienta.  Pronto encontrarás el arroyo con más calma, paz y alegría. 

En la vida hay curvas y zambullidas.  Y a medida que nos movemos por la vida, al igual que un arroyo, podemos tener agua que sale y arroyos que entran. Así como nosotros mismos tenemos momentos de ganar y otros de soltar. Como nos recuerda Eclesiastés 3:1, "Hay un tiempo para cada cosa, y una estación para cada actividad bajo los cielos".

¿Adónde te lleva tu arroyo? ¿Por qué tierras pasa tu agua? ¿Qué dejas entrar?  ¿Qué dejas que se vaya?  ¿Y quién sujeta la motosierra cuando se derrumba un árbol, causa estragos y hay que retirarlo?

¡Sé que Dios sostiene mi motosierra!

“Así que no temas, porque yo estoy contigo;

No te angusties, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré y te ayudaré;

Te sostendré con la diestra victoriosa”

Isaías 41:10 

He tenido huracanes que han destruido mi paisaje, objetos imprevistos que han provocado aguas turbulentas y corrientes que han vertido agua no deseada en mi arroyo.  He aprendido que la calma volverá una vez más. Necesito liberarme de lo indeseable. Necesito dejar entrar lo bueno: amigos y estudios bíblicos que me ayuden a fortalecer mi fe. Y, sobre todo, necesito confiar en que Dios destruirá los árboles caídos que bloquean mi camino hacia Él.  

No siempre es fácil y a veces es imposible mantener nuestras vidas en un camino recto y alegre. Con Dios, Su Palabra, y compañerismo, los tiempos difíciles parecen no durar tanto, el arroyo sigue fluyendo, ¡y hay belleza por todas partes!

“El camino de Dios es perfecto;

La Palabra del Señor es intachable.

Escudo es Dios a los que en El se refugian” 

Salmo 18:30 


ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA

Anteriormente era maestra, consejera y entrenadora personal, Kristin Ryan ahora ama ser ama de casa. Como alguien que ha encontrado el Cristianismo más recientemente, disfruta aprender y crecer en su fe y está emocionada de compartir su experiencia con los demás. Kristin y su esposo, Casey, tienen 3 hijos pequeños (uno nació durante la pandemia) y un perro grande.

ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA

Silvia Cubos nació en la ciudad de México, y se crio en la ciudad de Toluca, es la mayor de 5 hermanos. Estudió comunicación y después de graduarse llegó a este país en 1996 donde tuvo la oportunidad de estudiar Ingles y Educación temprana. Silvia ha trabajado como maestra, interprete y trabajadora social. Desde los 17 años Silvia ha sentido el llamado de servir al Señor y orar por las necesidades de otros, ahora lo hace en Willowdale en Español desde 2019. Silvia disfruta cocinar comida mexicana, caminar al aire libre con sus dos hijas y su perro; para terminar el día le gusta disfrutar de un helado de fresa.

Donde Habita tu Corazon

No sé tú, pero yo estoy muy ocupada. Demasiado ocupada.

Cuando me tomo el tiempo de sentarme, reflexionar sobre mi corazón y mirar en las profundidades de mi alma, me doy cuenta de que estoy en una estación inesperada. Mi trabajo es más exigente de lo que me gustaría, y a veces me deja agotada al final del día. Mis hijas son cada vez más independientes, lo que me hace desear una conexión más profunda. Y luego están los bebés, que tanto he deseado durante nueve años. Tras dos duros abortos este año, me estoy recuperando. Y esperando. Y confiando.

Pero esperar es duro. Y confiar en Dios puede ser aún más difícil.

Al vivir la vida cuando es de otra manera de lo que esperaba, me he dado cuenta de que se abren muchas vías para responder. Una sería enfadarse y cortejar la amargura. Otra podría ser renunciar a los sueños y volverse indiferente. La negación siempre es una opción. Pero debo decirte que sé que todos esos caminos conducen profundamente al dolor que se experimenta. No estamos diseñados para permanecer en un estado de decepción. Las pruebas son reales. El sufrimiento está en todas partes. Y debido a la caída, lo más probable es que estas experiencias en nuestras vidas sean inevitables. Pero ¿y si Dios utilizara ese mismo sufrimiento para revelarse a nosotros? ¿Y si tomáramos nuestras tribulaciones y las pusiéramos a sus pies y derramáramos nuestra alabanza a pesar de nuestras circunstancias? Qué fragante ofrenda sería.

John Piper, un teólogo moderno, nos recuerda: "Alégrate en la tribulación, porque la tribulación produce paciencia, y la paciencia produce certeza, y la certeza produce esperanza, y la esperanza no nos avergonzará porque el amor de Dios está derramado en nuestro corazón".

Recientemente tuve una experiencia de profunda pérdida, cuando me enteré de que habíamos perdido a nuestro segundo gemelo a las 17 semanas de embarazo. Mi respuesta inmediata fue: "Señor, te alabo de todos modos", mientras se me caían las lágrimas en la cara. Para mí, fue una reacción nueva ante una pérdida conocida. Normalmente, mi ira se encendía y se apoderaba de mí un rencor cada vez más profundo. Pero esta vez, Dios me había preparado de otra manera. Semanas antes, había pasado tiempo profundizando en la Palabra de Dios con un grupo de mujeres. Estudiar a David y su vida me preparaba para la batalla y me enseñaba cómo responder cuando la vida daba un giro brusco. Dios me encontró tan fielmente. Puso las Escrituras en mi corazón y la alabanza en mis labios, cuando menos lo esperaba.

Nadie conoce la decepción, el dolor o el sufrimiento como nuestro Jesús. Nadie puede encontrarte en el pozo del dolor y ofrecerte un consuelo tan profundo. Él derrama su Espíritu como un bálsamo. Promete su fidelidad. Y nunca falla.

“Dios siempre está cerca para salvar a los que no tienen ni ánimo ni esperanza. “ Salmo 34:18

Pídeselo. Extiende tus manos, abre tu corazón e invita al Autor de tu vida a hacerse cargo de cada aspecto de lo que eres. Pídele que llene el hueco donde habitan el sufrimiento y la decepción.

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