Hoy necesitaba hacer la compra. Casi no me quedaba nada esencial (café, mantequilla de cacahuete, papel higiénico). Pero realmente no quería. Estaba cansada y hambrienta. Necesitaba llegar a casa para escribir este blog. Además, hacía viento y posiblemente iba a empezar a llover (no sé por qué el tiempo influye en esta actividad que se realiza principalmente en interiores, pero lo hace). Tenía muchas excusas, pero al final me decidí a hacerlo. Así que me dediqué a recoger cosas de los estantes y ponerlas en el carrito, después en la banda de la tienda, embolsarlas, volver a ponerlas en el carrito, ponerlas en el coche, sacarlas del coche y, por último, desempaquetarlas en casa. Es todo un proceso. Y tan cotidiano, como la mayoría de las tareas.