Este artículo de blog hace referencia a partes de mi testimonio sobre mi lucha contra la ansiedad, que compartí como parte de una serie de vídeos para Willowdale. Usted puede ver el video aquí para más detalles.
Bajo la piel de la parte superior de mi brazo derecho hay una imagen que parece bastante extraña sin ningún motivo. Es la mitad de un cerebro y la mitad de un corazón, combinados para parecer un solo órgano y enmarcados por un girasol, una rosa y unas margaritas. Dentro del cerebro están las palabras no fear in love (sin miedo al amor), escritas con una letra delicada que casi se funde con las líneas del cerebro.
Me hice este tatuaje en enero de 2022 como homenaje a mi viaje por la salud mental. El cerebro y el corazón simbolizan la necesidad de equilibrio entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, o entre la verdad y los sentimientos. El cerebro representa la verdad, por eso las palabras están dentro de él, porque 1 Juan 4:18 es la verdad a la que me aferro cuando mis sentimientos me dicen mentiras. Las flores representan a algunas de las personas que más han contribuido a mi curación.
El día que me hice el tatuaje, después de que se me pasara parte de la adrenalina inicial, lo miré y sentí una repentina depresión. Cuando elegí la ubicación del tatuaje, no me había dado cuenta de que, al estar en el brazo, solo puedo ver una parte. Si quiero verlo entero, tengo que buscar un espejo o hacerle una foto. (O torcerme la piel del brazo y estirar el cuello hacia la derecha, lo cual es tan incómodo como parece).
Cualquier otra persona que mire mi tatuaje puede verlo en todo su esplendor, pero la mayor parte del tiempo mi visión se limita al cerebro, el girasol y las palabras. Sé que el resto está ahí, pero no puedo verlo.
Estoy aprendiendo a tomar momentos como estos como oportunidades para prestar atención a lo que Dios podría estar enseñándome. Mientras miraba la parte del tatuaje que podía ver, poco a poco me di cuenta de que reflejaba mi propia historia, la historia que representaba mi tatuaje.
En medio de mi batalla contra la ansiedad, cuando no tenía palabras para describir lo que me estaba pasando ni conocía los recursos que podían ayudarme, lo único que veía era la lucha. No podía ver una luz al final del túnel. No podía imaginar cómo Dios iba a redimir esta historia. No podía mirar hacia el futuro y ver a mi yo de veintitantos años de pie en un escenario de la iglesia, dando un testimonio del amor y la fidelidad de Dios en medio de la oscuridad a la que me enfrentaba.
Sólo veía el dolor del momento presente. Mis ojos estaban clavados en un solo capítulo de la historia que Dios estaba escribiendo, la página en la que todo empezaba a desmoronarse. Si hubiera podido seguir adelante, habría visto el rescate a la vuelta de la esquina. Habría sabido que, al final, todo iba a salir bien. Yo iba a estar bien.
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Una de mis canciones favoritas es "Shasta's Complaint" /(la queja de Shasta) de Sarah Sparks. La canción está inspirada en el libro El caballo y su niño, una entrega menos conocida de la serie Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis ( mi personaje favorito). Este libro cuenta la historia de un niño llamado Shasta, un príncipe que fue arrancado de su hogar siendo un bebé y criado por un cruel padre adoptivo. Tras descubrir que su "padre" planea venderlo como esclavo, Shasta escapa y emprende un largo viaje que le lleva de vuelta al palacio donde nació.
Durante sus viajes, Shasta se encuentra con más problemas que los que tuvo que afrontar en casa, y hacia el final del libro se encuentra cara a cara con un león llamado Aslan -la figura divina del mundo de Lewis- y le pregunta a Aslan dónde estuvo durante los momentos más duros de su viaje. (¿Me dices ahora que nunca estuve solo? / Pues perdóname, no te recuerdo en absoluto / Porque con la espalda contra la tumba te llamé / Pero creo que no oí tu respuesta, creo que no oí ni un sonido)
En respuesta, Aslan señala todas las veces que estuvo junto a Shasta y el niño ni siquiera lo sabía. Cuando Shasta se separó de sus amigos y tuvo que dormir solo en un desierto, rodeado de espeluznantes lápidas, Aslan fue el pequeño gato negro que se acurrucó contra su espalda y le hizo sentirse menos solo. (Amor mío, yo te cuidé / fui el consuelo que sentiste en la casa de los muertos / alejé de ti / bestias en la noche, todo esto he hecho mientras dormías).
La canción termina con estas dos líneas, repetidas dos veces: All by my design / Every chapter and word I've written every line (Todo por mi diseño / Cada capítulo y palabra he escrito cada línea.)
Cada capítulo y cada palabra. Aslan -Dios- ha escrito cada capítulo y cada palabra de nuestras historias. Y esta idea no es un invento de la teología de Lewis: la encontramos confirmada una y otra vez en las Escrituras.
“Tus ojos vieron mi embrión y en tu libro estaba escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin faltar nada de ello”(Salmo 139:16)
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un future y una esperanza. Jeremías 29:11
Porque somos hechura de Dios creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. Efesios 2:10
Los días del hombre ya están determinados; tú has decretado los meses de su vida; le has puesto limites que no puede rebasar Job 14:5
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Romanos 8:28
Incluso los capítulos más difíciles de nuestras vidas, los que preferiríamos pasar por alto o eliminar de nuestras historias, tienen un propósito que, en última instancia, acabará siendo bueno para nosotros. Puede que no seamos capaces de verlo ahora o nunca durante nuestro tiempo en la tierra, pero algún día la imagen completa será revelada.
Cuando llegue ese día, tengo la sensación de que se nos caerá la mandíbula, se nos llenarán los ojos de lágrimas y pasaremos mucho tiempo contemplando con santo asombro su belleza mientras el Artista sonríe sobre nuestros hombros
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A lo largo de los tres años que llevo en terapia, mi consejero y yo hemos vuelto a menudo a mi primer año de instituto. Este año es lo que considero la zona cero de mi viaje por la salud mental, el momento en que el enemigo (junto con la predisposición genética, las sustancias químicas desequilibradas y las inseguridades adolescentes) lanzó un ataque a gran escala contra mi cerebro. Cuando leo las pocas anotaciones que escribí en mi diario de estudiante de primer año, se me parte el corazón por la confusión y la soledad que se reflejan en esas páginas.
Durante una sesión reciente, mientras estábamos procesando algunos recuerdos particularmente dolorosos de ese año, mi consejero me animó a volver figurativamente a mi primer año de instituto y pedir perdón a mi yo de noveno grado.
"Oh, no pasa nada. Ya la he perdonado", le dije. Lo dije sinceramente. Durante una de nuestras primeras sesiones, hablamos de mi tendencia a culpar a mi yo de catorce años por no haber pedido ayuda antes, de que no era justo esperar que ella supiera lo que mi yo de veintiocho años sabe ahora.
Mi consejero se río. No de mala manera, sino de una manera ah, te estás perdiendo el sentido.
Ella no necesita tu perdón. Tú necesitas pedirle perdón a ella. Por querer sacarla de tu historia".
A llorar
Era verdad. Me había pasado años guardando rencor a Kati, de primer año, de secundaría creyendo en el fondo que si ella no hubiera existido -si su historia hubiera sido diferente- entonces quizá mi historia sería diferente. Quizá ya estaría casada, o tendría otro trabajo o más amigos. Tal vez mi vida habría sido mejor sin ella.
No pude ver la historia completa.
Pero Dios podía. Y en Su bondad conocedora de todo, eligió incluirla en ella.
Y catorce años después, cuando miro mi tatuaje -la parte que puedo ver- puedo decir honestamente que estoy agradecida por mi primer año. Ella me hizo más fuerte y suave, más amable y más empática. Me enseñó a ver a los que se quedan en los márgenes del círculo, esperando a ser invitados a entrar. Me enseñó a buscar a las personas que necesitan ser amadas.
Lo que más le agradezco, sin embargo, es que me ayudó a conocer mejor a Jesús. Y sólo por esa verdad merece la pena conservar su capítulo.
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Escucha Shasta's Complaint/ La queja de Shasta de Sarah Sparks (y el resto de su álbum Into the Lantern Waste, / En el Desperdicio de la Linterna, ¡escúchalo!
Una de las partes más cruciales de mi viaje de curación ha sido recibir servicios de asesoramiento a través de The Peacemaker Center. Estoy muy agradecida a esta organización y al trabajo que hacen para ayudar a los clientes en su camino hacia el bienestar mental, emocional y espiritual. Si usted o un ser querido está considerando la terapia, este es un lugar maravilloso para empezar.
ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA
Kati Lynn Davis creció en el condado de Chester. Tras una breve estancia al otro lado de Pensilvania para obtener un título de escritora en la Universidad de Pittsburgh, regresó al área y consiguió un trabajo en una biblioteca local. Cuando no está escribiendo, a Kati le gusta leer, dibujar, ver películas (¡especialmente de animación!), beber té de burbujas, pasear con sus gatos y salir a correr muy despacio. Kati está bastante segura de que es un Eneagrama 4, pero constantemente tiene una crisis de identidad al respecto, así que afortunadamente está aprendiendo a arraigar su sentido del ser en Jesús.
ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA
Silvia Cubos nació en la ciudad de México, y se crio en la ciudad de Toluca, es la mayor de 5 hermanos. Estudió comunicación y después de graduarse llegó a este país en 1996 donde tuvo la oportunidad de estudiar Ingles y Educación temprana. Silvia ha trabajado como maestra, interprete y trabajadora social. Desde los 17 años Silvia ha sentido el llamado de servir al Señor y orar por las necesidades de otros, ahora lo hace en Willowdale en Español desde 2019. Silvia disfruta cocinar comida mexicana, caminar al aire libre con sus dos hijas y su perro; para terminar el día le gusta disfrutar de un helado de fresa.