La Pascua no es todo brillo, vestidos, golosinas y caramelos de chocolate. Aunque hay grandes motivos de celebración, el verdadero regocijo de la Pascua sólo puede venir apreciando la muerte que la precedió. Pasarla por alto con bonitas flores de primavera y desbordantes canastas de Pascua no es darle a nuestro Señor lo que le corresponde. No es por ser una Debbie Downer, pero debemos considerar "cuánto costó, ver mi pecado en la cruz".