Esto es una adaptación de algo que compartí en Instagram hace un par de meses:
Si alguna vez ha habido un momento en el que me he sentido menos merecedora de los regalos de Dios, es ahora.
Lloré tres veces distintas hoy. La ropa sucia y los mensajes de texto sin respuesta se acumulan cada vez más. Estoy en un estado constante de agotamiento y abrumador.
Puedo nombrar fácilmente las cosas que causan esta temporada de agitación. La mayoría de ellas tienen que ver con algún tipo de cambio o transición en mi vida -- que, históricamente, es cuando mi salud mental comienza a desplomarse. Lo frustrante de todo esto es que no me atrevo a hacer las cosas que sé que me ayudarán.
Los ritmos espirituales se sienten fuera de mi alcance, reemplazados por ciclos poco saludables de tiempo frente a la pantalla y procrastinación del sueño.
Llego a la iglesia y a mi grupo de estudio bíblico la mayoría de las semanas, pero las prácticas personales de oración y lectura de las Escrituras son casi inexistentes.
Lo peor de todo es que he estado luchando más que nunca con un pecado del que he vivido libre durante más de tres años.
En otras palabras, el momento en el que siento más necesidad de Dios es cuando parece que no puedo encontrar tiempo para Él en lo absoluto. Pero si hay algo que he estado aprendiendo en esta temporada (como Sarah Sparks expresó tan elocuentemente en una publicación reciente), Dios no reserva Sus regalos para los que lo merecen.
Caso en cuestión: estuve soltera durante veintiocho años. Unos meses antes de conocer a mi ahora prometido, estaba prosperando espiritualmente. Lectura diaria de la Biblia. Tiempo dedicado a la oración. Incluso ayuno ocasional. Qué santa (ella pensó en secreto).
Cuando conocí al hombre con el que estoy comprometida ahora, ya estaba empezando a fallar en lo que respecta a mis ritmos espirituales diarios. Unos meses después de nuestra relación, sentí como si me hubiera caído de frente de lo más alto de mi fe de alto rendimiento. Un año después, siento como si todavía apenas pudiera colgarme de lo alto.
Estoy dando pequeños pasos hacia esos hábitos que mi alma tan desesperadamente necesita, pero todavía me siento muy lejos de la niña que pasaba media hora trabajando en su plan de la Biblia en un año todas las mañanas. Y confío en que Dios me encontrará aquí. Eso Él ya lo ha hecho, incluso si es en formas que son más difíciles que reconocer que las páginas de Su Palabra.
Uno de ellos es a través de mi pareja.
Mientras crecía, estos fueron los tipos de cosas bien intencionadas que escuché de cristianos que intentaban animarme en mi soltería:
“Dios te dará un esposo una vez que aprendas a ponerlo a Él en primer lugar en tu vida”.
"Dios te traerá un hombre cuando sepa que estás lista".
"Corre tan duro detrás de Dios que el hombre adecuado tendrá que correr aún más duro para mantenerse a la par".
Ha habido varias ocasiones en mi vida en las que, si me hubieran preguntado y hubiera respondido honestamente, les habría dicho que sentía que merecía que Dios me diera un esposo. Eran momentos en los que estaba en la cima de mi juego espiritual, cuando podía medir mi fidelidad por la cantidad de minutos que pasaba leyendo mi Biblia o sentada en la iglesia u orando frente a la ventana de mi dormitorio.
Entonces, si me pidieran que mirara mi vida durante el último año, un año en el que pasé cinco minutos en mi Biblia o en oración en un buen día, y les dijera si merecía el muy buen regalo de un hombre que me ama a mí y a Dios más de lo que jamás hubiera soñado, habría sido un no fácil.
Pero Dios me lo dio de todos modos.
Porque, si hay algo que sabemos acerca de nuestro Padre, es que a las únicas personas a las que les da buenos regalos son a aquellas que nunca los merecieron.
“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios y no por obras, para que nadie se jacte”. Efesios 2:8–9
“En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros amamos porque Él nos amó primero”.1 Juan 4:18–19
“Puse en el Señor toda mi esperanza; Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa fatal, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme”.Salmo 40:1–2
ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA
Kati Lynn Davis creció en el condado de Chester. Tras una breve estancia al otro lado de Pensilvania para obtener un título de escritora en la Universidad de Pittsburgh, regresó al área y consiguió un trabajo en una biblioteca local. Cuando no está escribiendo, a Kati le gusta leer, dibujar, ver películas (¡especialmente de animación!), beber té de burbujas, pasear con sus gatos y salir a correr muy despacio. Kati está bastante segura de que es un Eneagrama 4, pero constantemente tiene una crisis de identidad al respecto, así que afortunadamente está aprendiendo a arraigar su sentido del ser en Jesús.
ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA
Ana León nació en México y emigró a los Estados Unidos a los 9 años. Vivía en Kennett Square, pero su familia se mudó a Delaware, donde Ana conoció a su novio de la secundaria con quien ha estado casada por más de 10 años. Son padres de dos niños, uno de 11 años y otro de 9 años. Ana ha traducido e interpretado profesionalmente por más de 11 años. Se unió a Willowdale En Español en el 2018 y es una de las intérpretes del servicio. En su tiempo libre le gusta ir a la playa, pintar, leer, y escribir. Ana está muy emocionada de ser parte del blog porque siente que es una forma para que las mujeres se conecten y sigan acercándose a Dios.
NOCHE DE ZUMBA PARA MUJERES EN WILLOWDALE
Las mujeres de Willowdale están invitadas a unirse a nosotras para una divertida noche de Zumba: un baile/ejercicio grupal realizado con música latina alegre, dirigido por nuestra propia Leslie Thomas. Esto tendrá lugar el 26 de julio de 7:00 a 8:30pm. Todos los niveles de habilidad son bienvenidos. Si nunca has hecho Zumba, ¡ven y aprende! Si tiene alguna pregunta, comuníquese con Carole Hoy.