El verano antes de ingresar al séptimo grado, mis padres me alentaron a participar en los deportes de otoño. Las dos opciones eran correr a campo abierto y voleibol. Sólo me tomó una semana de campamento de voleibol para determinar que correría a campo abierto. Todo el verano mi papá, un ávido corredor, intentó que fuera a correr con él. “Sólo una milla”, me persuadía, pero a mí no me interesaba entrenar. No me importaba las dos millas que pronto tendría que correr en el equipo. ¡Pensé que podría hacerlo! Cuanto más me empujaba, más me aferraba. Una vez acepté ir con él y en la marca de la milla me animó a ir solo media milla más y me negué. Él siguió pensando que yo lo seguiría, pero desafiante me di la vuelta y regresé a casa.
No hace falta decir que las prácticas de correr a campo abierto fueron un duro despertar. ¡Esto de correr fue difícil! Estaba corriendo con una compañera de equipo durante mi primera carrera cuando ella se detuvo para caminar. Pensé que sonaba muy bien y, oye, no quería dejar sola a mi compañera de equipo, así que me detuve a caminar también. Luego abandonó la carrera, dejándome sola para terminar al último. Eso me dolió. No me gustó nada esa sensación y durante el resto de la temporada trabajé muy duro para mejorar.
Avanzando hasta mi último año de escuela secundaria. A estas alturas ya era una corredora muy fuerte y al comenzar el torneo sabía que debía hacerlo bastante bien. Había asistido a las competencias Regionales todos los años de la escuela secundaria, pero siempre parecía estrellarme y quemarme en esa carrera. Este año, si corriera como sabía que podía, calificaría para las competencias Estatales. También sabía que, si no clasificaba para las competencias Estatales, esta sería mi última carrera... y eso también significaría que no corrí a mi máximo potencial. Me presioné muchísimo y estaba temblando de nervios antes de que sonara la señal de salida. Los 20 mejores corredores podían ir a las Estatales y yo estaba decidida a estar entre ellos.
Cuando comenzó la carrera, me sentí fuerte y realmente me estaba esforzando. Estaba entre la posición número 10 a 12, la mayor parte de la carrera, y pronto pude ver la línea de meta delante de mí. Nunca sabré ni entenderé qué pasó después, pero cuando faltaban apenas 200 metros para recorrer, mis piernas me dejaron. Simplemente ya no avanzaban más. Era como si estuviera en cámara lenta. ¡Y me pasaban corredor tras corredor! No pude hacer nada al respecto. Apenas crucé la línea de meta y logré llegar a los brazos de mi padre cuando él me levantó y me llevó a la tienda médica. Lo único que quería saber era si lo logré y nadie sabía en qué posición terminé. Algunas personas pensaban que tenía el puesto 20, otros pensaban que tal vez el 22…A medida que me recuperaba físicamente, comencé a lidiar con el hecho de que tal vez no hubiera pasado a la lista. Mis entrenadores, amigos, familiares y yo esperábamos con gran expectación los resultados oficiales. Estaba sentada tranquilamente estirándome cuando mi papá me derribó y gritó que lo había logrado–¡En el lugar número 20! Me sentí muy aliviada y agradecida por la oportunidad de terminar mi carrera de correr a campo abierto en la escuela secundaria en las competencias Estatales.
Algunas de ustedes pueden sentir que están al final del grupo, en el último lugar. Las vidas de los demás parecen avanzar y tú te sientes abandonada. Ves crecimiento en los demás, pero es difícil verlo en ti misma. Tal vez estés soltera y veas cómo se casan todos los que te rodean. Quizás estés casada y todos tienen hijos menos tú. Tal vez eres mamá y todas las demás parecen ser capaces de hacer malabarismos con todas las cosas y tú sientes que tú no puedes. Tal vez estés jubilada y veas algunas de las aventuras que están tomando tus amigos y sientes que la vida se te pasa de largo. Dondequiera que te encuentres, debes saber que Dios te ve justo donde estás y está contigo. ¡Sigue adelante!
Otras de ustedes podrían estar en un lugar de la vida en el que son fuertes y capaces. La vida va bien y te sientes imparable. ¡Alabado sea el Señor! Recuerda agradecerle por esta temporada. Recuerda también no confiar en tus propias fuerzas, sino en las de Dios. Cuando sentimos que podemos hacerlo todo, muchas veces pensamos que es por nosotras mismas y nos olvidamos de Dios. Continúa buscando a Dios y aférrate a Él.
Finalmente, es posible que algunas de ustedes apenas puedan aguantar y se encuentren en situaciones realmente difíciles. Parece que no puedes avanzar; incluso un paso delante del otro parece demasiado abrumador. Tus fuerzas se están acabando, eres débil. Te animo a que dejes que el Padre te recoja. Él te ayudará.
Hebreos 12:1 dice que corramos con perseverancia, que es el estímulo que todos necesitamos. Isaías 40:29-31 promete que el Señor renovará tus fuerzas, pero antes de eso reconoce que incluso los jóvenes desmayarán y se cansarán y los jóvenes caerán exhaustos. Dios sabe que a veces nos vamos a quedar sin fuerzas, y Él está ahí para levantarnos con alas como las de las águilas para que podamos seguir corriendo y no cansarnos y caminar y no desmayarnos.
Dondequiera que estés en tu viaje, continúa y recuerda que Dios está contigo en cada paso del camino. Él nunca te dejará ni te desamparará (Deuteronomio 31:6), sin importar dónde estés.
ACERCA DE NUESTRA BLOGUERA
Danielle (Dani) Rupp creció en un pequeño pueblo de Ohio y es una verdadera fanática de los Buckeyes, aunque trata de no ser odiosa al respecto. En 2011 llegó a Pensilvania para obtener su Maestría en Trabajo Social. Después de la graduación Dani aceptó un puesto como terapeuta de salud mental para niños y adolescentes en Coatesville. También fue niñera durante varios años. Durante ese tiempo vivió en Kennett Square y asistió Willowdale Chapel. Regresó hace varios años del sur de Asia, donde aprendió a tolerar la comida picante y a cruzar las carreteras sin ser atropellada, además de ser voluntaria en la Misión Internacional de Justicia en su Departamento de Atención Posterior. En su tiempo libre, Dani disfruta de ir a viajes misioneros/viajes, correr, leer, y conectarse con sus seres queridos-preferiblemente con un café y un dulce.
ACERCA DE NUESTRA TRADUCTORA
Ana León nació en México y emigró a los Estados Unidos a los 9 años. Vivía en Kennett Square, pero su familia se mudó a Delaware, donde Ana conoció a su novio de la secundaria con quien ha estado casada por más de 10 años. Son padres de dos niños, uno de 11 años y otro de 9 años. Ana ha traducido e interpretado profesionalmente por más de 11 años. Se unió a Willowdale En Español en el 2018 y es una de las intérpretes del servicio. En su tiempo libre le gusta ir a la playa, pintar, leer, y escribir. Ana está muy emocionada de ser parte del blog porque siente que es una forma para que las mujeres se conecten y sigan acercándose a Dios.
MOTIVO PARA CELEBRAR. UN MOMENTO PARA VOLVER A ARRIESGAR.
WOMEN'S IF: 2024 CONFERENCIA
IF:2024 es un evento de dos días donde mujeres de todo el mundo se reúnen, se equipan y descubren el siguiente paso en su llamado: ir y hacer discípulos. Se celebrara el Viernes, 15 de Marzo de las 6:30 p.m. - 9:30 p.m. y el Sábado, 16 de Marzo de las 9:30 a.m. a las 5:00 p.m. en nuestro Campus de Kennett.
La fecha limite de inscripción es el 7 de Marzo, 2024.
HAGA CLIC AQUI para mas información e inscripción.